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miércoles, 25 de noviembre de 2020

EL RETO

Papá:

Si no obedezco,

¿por qué me pegas?,

si no hago lo indicado,

¿por qué me insultas?

 

Mamá:

Si me equivoco,

¿por qué con tu mirada me agredes?;

si no te sigo,

¿por qué me ofendes?

 

¿Acaso el golpe corrige?,

¿quizás el insulto confronta?,

¿será que la agresión construye?,

¿tal vez la ofensa direcciona?

 

Si corregir, confrontar,

construir y direccionar

son tus metas al educar,

de esa forma no lo vas a lograr.

 

El golpe me envenena,

el insulto me hiere,

la agresión me duele,

y la ofensa me lastima.

 

El reto será:

con la palabra confrontar,

con el análisis direccionar,

con el fluir de la natural consecuencia corregir,

y con el ejemplo construir,

 

Para siempre tener:

Un espejo que modele,

una ruta que inspire,

una realidad que confronte,

y un proceso que construya

 

-VIVIANA ZULUAGA-                                                                                                         

viernes, 6 de noviembre de 2020

INTEGRIDAD

 LA COHERENCIA ES FUNDAMENTAL EN LOS PADRES PARA TENER CREDIBILIDAD FRENTE A SUS HIJOS.

Para este texto consideraré al -ser- como el conjunto de varias áreas: cuerpo, emociones, razón, voluntad y espíritu, las cuales se expresan a través de palabras, acciones, sentimientos, pensamientos y reacciones.

La comunión entre cada área del -ser- es compleja y hermosa, demanda conexión entre cada una, diálogo entre todas y acuerdos que honren la verdad y la coherencia; esta comunión pone al ser en una situación no siempre agradable, lo ubica entre desacuerdos, también entre deseos no aceptados por la totalidad del ser, sin embargo, representa una oportunidad para ejercer gobierno sobre sí mismo, tomar decisiones honestas y crecer en integridad. Esta comunión demanda contemplación, reflexión, diálogo intrapersonal, motivación para -ser uno- y diligencia para serlo, es complejo este proceso porque requiere sujeción de unas áreas a otras, y a la vez es hermoso porque sus frutos son idóneos, saludables y promotores de transformación en el entorno. La unidad entre cada área del ser y entre cada expresión de éste da lugar a una comunión entre sí, que junto con la motivación para -ser coherente- conduce a un actuar íntegro.

Ser consciente del -ser- y -saber ser- constituye una responsabilidad al ejercer el rol de padre, el rol de madre, o el rol de cuidador.  Diariamente los padres proyectan lo que -son- a sus hijos y les enseñan a -ser- a través de cada palabra, silencio, reacción, conducta, hábito y expresión, todos los días le dan forma al -ser- de sus hijos.   La integridad es el mejor ejemplo, si los hijos pueden decir: -mis padres hacen lo que dicen, cumplen lo que prometen y su palabra es suficiente-, significa que hay credibilidad, creen en sus padres, lo cual es fundamental para una buena relación entre padres e hijos. La incredulidad de los hijos hacia sus padres da lugar a la apatía, desobediencia y rebeldía, es menester un trabajo intrapersonal por parte de los padres para inspirar en sus hijos credibilidad, confianza y verdad; inspiración que promoverá en cada hijo una mejor relación consigo mismo, con sus padres, con otras figuras de autoridad y con sus pares.

Cuando la educación que los padres brindan a sus hijos es respaldada por un ambiente de sinceridad y coherencia, entonces, el respeto y la confianza de los hijos hacia sus padres serán protagonistas. El ejemplo guarda un mensaje de integridad claro y contundente, le da fuerza a la palabra, autoridad a la instrucción y determinación a cada decisión tomada en el ejercicio del rol de padres, en esto es indispensable meditar cuando preocupa la desobediencia, indiferencia e irrespeto de los hijos.

Si la integridad es una columna en la vida de los padres, los hijos serán instados a asumirla como principio de vida.  Amarán la coherencia entre el ser y el hacer, entre decir y actuar, y entre pensar y proceder.


VIVIANA ZULUAGA

domingo, 6 de septiembre de 2020

INTERPRETACIÓN DEL COMPORTAMIENTO DEL NIÑO DESDE UNA PERSPECTIVA DE ORGANIZACIÓN SENSORIAL

EL COMPORTAMIENTO DE LOS NIÑOS ESTÁ RELACIONADO CON LA ORGANIZACIÓN DE LA INFORMACIÓN SENSORIAL, ORGANIZACIÓN QUE CONSTITUYE UN PROCESO NEUROBIOLÓGICO.

Educar a un niño demanda aprender el arte de observar amorosamente su corazón y escuchar el sonido de su alma en cada conducta para conocer el mensaje contenido en sus acciones. Cuando deseamos interpretar bien su comportamiento no juzgaremos lo que vemos, buscaremos el mensaje invisible a partir de la información visible, de manera que podamos influir en su corazón y en sus emociones por medio de miradas, palabras, actitudes y actividades con propósito y significado que formen su ser y lo empoderen para hacer.

Para ver detrás de lo visible se requiere conexión con el hacer del niño, es decir, con la ejecución de sus actividades. En su hacer cotidiano hay un afloramiento de contenido albergado en su cerebro, contenido que se deja ver en la tela o en el tejido del hacer, cuya trama es dependiente de la organización de todas las sensaciones que al cerebro del niño llegan, hay entonces una urdimbre que conocer y una trama que entender para la tela o el tejido comprender.

 La ejecución de una actividad tiene un nacimiento, por ende, una concepción y gestación. Entender los estadios del hacer nos conducirá a una comprensión del niño que vemos en actividad, o, del niño que no se involucra en la misma; del niño que no se queda quieto mientras realiza una actividad, o, del niño que requiere insistencia para que se comprometa con ella; del niño que lleva a cabo la actividad de una manera distinta a la de su compañero, o, del niño que no participa porque no sabe cómo hacerlo; nos permitirá comprender las distintas formas de hacer y la decisión de hacer o no hacer.  

En el hacer o en el no hacer, entre otras cosas, podemos visibilizar habilidades, sentido de logro y competencia, confianza en sí mismo y convicción en sus capacidades para enfrentar las demandas de las actividades, tolerancia a la frustración y motivación e iniciativa.  Es necesario contemplar la forma como el niño se desempeña en sus ocupaciones, entendiendo a la ocupación como el conjunto de aquellas actividades y tareas que responden a un interés, sentido y necesidad individual, las cuales se llevan a cabo en un momento pero se construyen y transforman diariamente; ocupación como un conjunto de actividades significativas producto de un proceso, que suceden en un ambiente determinado y cooperan en el reconocimiento de sí mismo y del otro, actividades indispensables en el desarrollo y realización personal.

Al analizar el conjunto de actividades que el niño lleva a cabo, en el marco de ocupaciones como juego, autocuidado y estudio, se observará un gran número de demandas que finalmente se encontrarán con las habilidades, destrezas y aptitudes de quien se involucra en la actividad.  Para comprender al niño que hace o al niño que no hace; al niño que cumple con las expectativas del adulto al hacer y a aquel que no las cumple; al niño que logra los objetivos de la actividad y al niño que no los alcanza, necesitamos dirigirnos a momentos invisibles del hacer, invisibles para los ojos de quienes rodean al niño, pero, visibles en las entrañas del maravilloso cerebro, lugar en donde la actividad comienza a través de procesos neurales que se originan al recibir información del ambiente y del cuerpo, y procesos neurales que ocurren cuando el cerebro emite una respuesta motora ante las demandas del entorno y de las actividades.

Existe actividad entre las neuronas, hay actividad en estructuras subcorticales en donde ocurre la integración y organización de toda la información sensorial recibida. La actividad comienza en el cerebro a través de una serie de procesos neurales que le dan al cuerpo la orden de movimiento para responder a las demandas de determinada actividad, y el resultado de aquella instrucción ejecutada por el cuerpo retroalimenta el proceso para organizar nuevas y más finas respuestas ante mismas o más complejas demandas, sin embargo,  la respuesta puede retroalimentar al cerebro llevando un mensaje de no logro, lo que desencadenará en el niño evasión a la actividad o un hacer sin interés ni motivación. Es importante observar al niño como un ser que al actuar tiene experiencias acumuladas, habilidades aprendidas y que ha transitado por momentos de logros y no logros, lo cual  impacta su desempeño en un momento observado.

La urdimbre de esa preciosa tela o de ese bello tejido: el hacer, está constituida por la información recibida a través de cada sistema sensorial, la trama sucede en estructuras debajo de la corteza cerebral en donde se conecta cada hilo de la urdimbre, brindándole a la experiencia que se teje un sentido y un significado; si aquella trama no es suficiente, si no conecta a cada hilo de la urdimbre, o si la conexión no se da de manera ordenada, el tejido o la tela no cumplirá con las expectativas en primera medida porque la experiencia carecerá de significado y sentido para el tejedor: para el niño que hace.

El significado de una experiencia en el día a día del niño está sujeta a la calidad de la trama, a la calidad de la integración de cada hilo de la urdimbre para darle sentido al tejido. El significado de la experiencia es consecuente a una suficiente organización de toda la información sensorial, integración que le dará sentido y valor a lo que el niño experimenta al participar en una actividad. Cuando, debido a una insuficiente organización/integración sensorial, aquella experiencia carece de significado y sentido,  entre las respuestas que se pueden observar son:  no participar, o,  al participar no disfrutar la actividad; no interactuar con personas y objetos, o, al interactuar hacerlo de una manera no adaptativa, es decir no correspondiente a las demandas de la actividad.

Toda vez que el niño se involucra espontáneamente en actividades responde a una necesidad de su sistema nervioso central, una necesidad de materia prima para desarrollar  la capacidad de organización de la información sensorial que a su cerebro llega, esta materia prima indispensable son las sensaciones, las cuales habitan en las experiencias que el niño busca y en las cuales se divierte; en este orden de ideas podemos comprender la importancia del juego, ocupación que genera regocijo en el niño debido a que toda experiencia que coopera en la organización sensorial, es por el cerebro muy bien recibida y por ende divertida para el niño.  

El desempeño ocupacional del niño hace evidente la capacidad que tiene para organizar las sensaciones y responder efectivamente a las demandas de las actividades, cuando este desempeño no es efectivo la mirada del adulto no debe detenerse en el resultado, debe dirigirse a esa capacidad previamente anunciada, dirigirse a ella a través de un reto justo en las actividades que al niño propone, un reto que lo motive, divierta y sea posible alcanzarlo, alcanzar ese reto aportará instantáneamente a la capacidad para integrar las sensaciones que experimenta, lo cual favorece un desempeño más ágil, efectivo y organizado. Alcanzar o superar un reto justo configurará en el niño nuevas destrezas, lo hará sentir competente y lo motivará a buscar retos más complejos.

Hacer una profunda lectura del comportamiento del niño para diligente y proactivamente responder de manera justa a sus necesidades, será valorado con gratitud por el futuro joven y adulto que con satisfacción, interés, fuerza y creatividad emprende sus actividades y proyectos.  Construir un tejido social que exalte como principios la cooperación y el desarrollo comienza en las oportunidades de juego y actividades significativas que a los niños se les brinde en su hogar, oportunidades que favorecerán en ellos la adquisición de competencias para la vida, las cuales los harán sentir hábiles, importantes y aportantes, percepción personal indispensable para cooperar y promover desarrollo en su comunidad.

VIVIANA ZULUAGA                                                                                                                               

martes, 25 de agosto de 2020

OBSERVA A TUS HIJOS

 

Observa a tu hijo, sólo obsérvalo a él;

Piensa en tu hijo, verdaderamente en él;

Habla con tu hijo,  háblale a él.


Observa a tu hijo, no los errores;

Piensa en tu hijo, no en las equivocaciones;

Habla con tu hijo, no con las dificultades.


Tu hijo es más que aquellos errores ,

tu hijo no está representado en aquella equivocación,

tu hijo es mucho más que esas dificultades.


Si realmente lo observas, 

no te enfocas en errores,

si verdaderamente lo piensas, 

no te concentras en equivocaciones,

si realmente a él hablas, 

no dialogas con las dificultades.


Si ciertamente  a tu hijo contemplas, 

vida observarás, 

vida que estremece prejuicios;

hablarás a su ser, 

ser con determinación para florecer.


Estimarás la vida que se inspira en la tuya,

contemplarás la fuerza que tu motivas,

atenderás al ser que necesita del tuyo,

y procederás sin acción que detenga su motivación,

                                                                                                                                                                                                                                                            

                                                                                                                                

VIVIANA ZULUAGA

domingo, 2 de agosto de 2020

LÍMITES

PONER LÍMITES Y RESPETARLOS LE ENSEÑA A LOS HIJOS A RECONOCERSE A SÍ MISMOS Y A LOS DEMÁS COMO SERES DIFERENTES E INDEPENDIENTES, A IDENTIFICAR  LINDEROS ENTRE ELLOS Y SU ENTORNO 

Los seres humanos tenemos piel, muchos alimentos tienen cáscara y las casas tienen muros. Los límites protegen, guardan, demarcan y caracterizan; son parte de nuestro ambiente y de nosotros mismos, sin embargo, no siempre están bien definidos en el carácter de niños, jóvenes y adultos.

La formación del carácter comienza cuando se es niño, para lo cual juega un papel muy importante la relación que establecen los niños con dos palabras: “sí” y “no”. Dos palabras que se deben aprender a decir, escuchar y respetar. Cuando los padres quebrantan con frecuencia el -si- y/o el -no- pronunciado afectará la manera como sus hijos se relacionarán con ellas al escucharlas y enunciarlas.

La transgresión de un “no” enunciado previamente hace débil las próximas negaciones; el incumplimiento de un “sí” crea una atmósfera de engaño y desánimo; el incumplimiento de normas por parte de los padres, gestiona en los hijos un permiso para irrespetar las mismas y otras normas. Cuando los padres incumplen el “sí”, el “no” y las normas, desvirtúan la figura de autoridad que como padres tienen y lesionan la formación de límites sanos en la vida de sus hijos.

¿Qué sucede con el “si” y el “no” pronunciado por los hijos?, son palabras que deben ser recibidas, atendidas, valoradas y consideradas importantes; independientemente de la aprobación o no aprobación de su afirmación o negación, los niños deben percibir que son expresiones atendidas, no son despreciadas, ni anuladas. Atenderlas les hace sentir respetados, valorarlas promueve que se sientan comprendidos y considerarlas les permite sentirse personas únicas e independientes. Cuando no es procedente aprobar la negación o la afirmación del niño, es importante explicarle el por qué para promover en él comprensión del -si- y del -no- del otro y de lo que se permite y no se permite en el ambiente en el cual se encuentra.

Los padres impactan la forma como sus hijos se relacionan con estas dos importantes palabras e influyen en el desarrollo de la capacidad  para trazar límites, respetarlos y respetar los límites de otros.

Los adultos no debemos temer al -no-, ni al -si- de los niños; aunque no siempre sean respuestas idóneas y anheladas por las figuras de autoridad, estos monosílabos deben pintarse tempranamente en sus labios para que el adulto destaque el valor de estas palabras, no debemos ser superficiales cuando las pronuncian, ni hacerles ver que no tienen importancia para nosotros.

Si los padres tienen una sana relación con el -sí- y con el -no- de ellos mismos y de sus hijos, esto  ayudará a los niños a percibirse como seres independientes, autónomos y responsables.


VIVIANA ZULUAGA


viernes, 17 de julio de 2020

LA ESCRITURA

Escribir es todo un reto para mi,
el adulto, fácil y automáticamente lo hace;
es complicado, el lápiz bien agarrar para mi,
es complejo que el renglón respete.

Todos piensan que sólo de mi mano depende,
y yo siento que de mi cuerpo también;
creen que el asunto es memorizar la forma del lápiz agarrar,
pienso que el tema no es de memoria, hay algo más que considerar.

Descubrí que la estrategia 
es más divertida,
encontré que la manera
es más llamativa.

Muchos piensan que debo memorizar una forma,
e imitar un modelo de letra,
yo creo que se trata
más de experiencia sensorial y motora.

Si aún no controlo mi cuerpo
cuando sobre una línea salto,
pienso que complejo me quedará al escribir,
el lápiz, sobre el renglón, bien dirigir.

Pienso que ayudaría:
un mejor manejo de mi cuerpo en el espacio,
considero que conveniente sería:
una mejor postura antes que exigirle un buen agarre a mi mano.

El asunto,
es menos de forma, el tema es más profundo;
el asunto,
es más dinámico, no tan estático en un escritorio.

El tema es menos de silla,
más de movimiento.
El asunto no es de prisa,
constituye  un precioso proceso.

-VIVIANA ZULUAGA-





sábado, 4 de julio de 2020

DISCIPLINAR ES PROMOVER APREHENDIZAJE, APREHENDER ES ASIMILAR.

LAS ESTRATEGIAS Y MÉTODOS PARA DISCIPLINAR A LOS HIJOS DEBEN TENER COMO RESULTADO LA FORMACIÓN Y EL DESARROLLO DE SU SER, NUNCA LA LESIÓN A SU CUERPO, SENTIMIENTOS Y/O EMOCIONES.


La palabra “disciplina” (enseñanza, educación) viene del latín disciplina, derivado de discipulus (discípulo)…. Sus componentes léxicos parecen ser:
·         La raíz -disc- del verbo discere (aprender)…
·         La raíz -cip- del verbo capere (capturar, agarrar)…”
(Diccionario Etimológico Castellano En Línea, en: etimologías.dechile.net).


Podría expresarse, entonces, que disciplinar a los hijos está relacionado con una habilidad en el adulto para capturar la atención del niño con el fin de promover aprendizaje en él, lo cual muy distante está de provocar lesiones de cualquier tipo.


 Todas las acciones que el ser humano lleva a cabo tienen efectos en su entorno, las consecuencias van más allá de lo que alcanzamos a imaginar,  tienen repercusiones a nivel ambiental, social, personal, ocupacional, entre otras, nunca ocurren solamente en un área.  Es necesario un análisis minucioso de las consecuencias hasta de los más imperceptibles actos y reacciones por parte de los adultos sobre los niños, pues no existe acción que no esté conectada a un efecto multidimensional.

El ejercicio del rol de padre y madre debe estar siempre acompañado de conciencia y responsabilidad, conciencia para actuar y responsabilidad frente a las consecuencias de las acciones. Si frente a las acciones hay conciencia de las consecuencias, los actos de los padres tendrán efectos constructivos en la vida de sus hijos. Infortunadamente, la mayoría de veces, los análisis y las reflexiones que se hacen de las reacciones y diferentes comportamientos ocurren una vez llegan las consecuencias, dando lugar a preguntas como: ¿Por qué no lo pensé mejor?, ¿Qué hice?, ¿Por qué no actué de otra forma?...

La ira y la impulsividad no son efectivas para corregir, por el contrario, destruyen y reproducen en los hijos mismas conductas de descontrol y agresividad. Frente a la desobediencia, actitudes caprichosas y manipulativas, se deben establecer estrategias para corregir y disciplinar desde un empoderamiento de sí mismo. Manejar la situación y no permitir que ésta controle y por ende genere caos, confusión y reactividad, representará un reto para los padres.

Papás y mamás que deseen educar de manera constructiva deben trabajar en sí mismos, deben ser conscientes de la necesidad de su propio cambio para promover formación en sus hijos; aquellos padres conscientes de sus actos harán todo lo posible por abstenerse de definir su conducta en momentos de ira y/o confusión, ellos procurarán autorregulación para  abordar con sabiduría e inteligencia la situación.

En este momento de la lectura, puedes estar pensando: -No es posible-, -No es real-, -No hay perfección en el proceso de educación-, -La crianza no es perfecta-…, es cierto, no hay perfección en la educación, y existe  una palabra poderosa que puede marcar la diferencia con tus hijos niños o adolescentes, ésta es: -Perdón-, hay una expresión capaz de romper barreras en la relación entre padres e hijos, ésta es: -“me he equivocado-, sin embargo, no se pronuncian sin un alto nivel de consciencia y humildad en el proceso de educación.

En lugar de dejar marcas y cicatrices en el cuerpo y en el alma de tus hijos, deja huellas en su mente y corazón que propendan por la sana formación del carácter, desarrollo de inteligencia emocional, amor a sí mismos y a su prójimo.

Considerar el principio de construcción en el proceso de educación significa ser conscientes de que el resultado de la disciplina debe ser un aprehendizaje en los hijos, frente a lo cual no son pasivos; son activos, reflexionan, preguntan, meditan y participan en la construcción de sí mismos al capturar y asimilar principios para ser y vivir.


VIVIANA ZULUAGA


martes, 30 de junio de 2020

¿INDESEADA NORMALIDAD?

Cuarentena

Si esta -normalidad- fuese la de muchos hogares mientras sus hijos aún son niños:

  • No restaurantes cada ocho días.
  • No cine cada ocho días.
  • Celebraciones en casa.
  • Tan solo una cena preparada en familia para festejar un cumpleaños.
  • No regalos por cada logro alcanzado.
  • Ningún problema si en algún tiempo de vacaciones no hay viaje.
  • Compromiso con rutinas diarias.
  • No compras inmediatas ante el deseo de los niños.
Si así fuese, estaríamos hablando de generaciones menos consumistas, más creativas, recursivas, productivas y propositivas.
Si padres consumistas, entonces, hijos demandantes, caprichosos, necios y poco diligentes.


VIVIANA ZULUAGA

domingo, 7 de junio de 2020

CONDUCTO DE INFLUENCIA


LOS PENSAMIENTOS Y COMPORTAMIENTOS DE LOS PADRES SERÁN PERCIBIDOS, OBSERVADOS, APRENDIDOS Y PROYECTADOS POR LOS HIJOS EN SU VIDA DIARIA.

Cada día los niños imitan acciones observadas en su ambiente familiar, reproducen expresiones, perciben las emociones de sus padres y proyectan comportamientos ocurridos en su entorno. Una palabra escuchada con frecuencia en sus padres podría ser por ellos utilizada cotidianamente, una actitud observada periódicamente en sus principales figuras de autoridad podría ser imitada varias veces y por ende aprendida, cada emoción percibida será proyectada en su día a día.

Existe un invisible conducto de influencia en la relación padres e hijos a través del cual los primeros envían información a la vida de los segundos, transmiten a sus hijos emociones, sentimientos, temores y visión frente a la vida. La información que se desplaza a través de este conducto es impulsada por el pensamiento de los padres y finalmente implantada a través de sus palabras y actitudes; es importante considerar la tendencia del niño a imitar las reacciones, hábitos y conductas que observa en su entorno.

Preguntas como: -¿Por qué se comporta así mi hijo?, ¿por qué sus reacciones?, ¿por qué su forma de solucionar problemas?, podrían tener su respuesta en el pensamiento cotidiano de los padres acerca de sus hijos, en sus reacciones, en su lenguaje verbal y no verbal, en el mensaje que hacen circular por ese importante conducto que aquí he llamado “conducto de influencia”. Se influye en la vida de los hijos a través del poder del pensamiento, de la palabra, las reacciones y los comportamientos.  La información que  transita por este conducto podría impactar el sentido de logro y competencia de los niños.

Las palabras que los padres profesan sobre sus hijos constituyen para ellos su inspiración para ser, y las reacciones y comportamientos  su inspiración para hacer.

Cuando los pensamientos de los padres se enfocan en las quejas de los docentes, las bajas notas académicas y los registros negativos en la agenda escolar,  sus palabras darán cuenta de aquellos pensamientos, los proyectarán por medio de expresiones que generarán frustración, tensión, ansiedad, angustia en los niños, y la consecuencia será la inhibición de su capacidad, reforzando así un ciclo disfuncional.

Los padres que constantemente abrazan pensamientos que han sido alimentados por las malas notas en la agenda del colegio o el bajo rendimiento escolar,  pensamientos  que se concentran en la dificultad y no en la oportunidad para transformarse y transformar, envían al conducto de influencia una información que al ser recibida por los hijos y al ser reforzada a través de las expresiones verbales y no verbales de sus padres, fortalece un ciclo disfuncional. Por el contrario, los padres que se abstienen de emitir juicios sobre sus hijos y optan por abordar la situación de manera reflexiva, propositiva y proactiva, rompen ciclos disfuncionales y promueven mayor efectividad y organización en el comportamiento de sus hijos.

La educadora Italiana María Montessori, señaló que hasta los seis años existe una -Mente absorbente -. En estos primeros años, sin insinuar que no suceda en los siguientes años, los niños perciben, asimilan e interiorizan todo aquello que sucede en su entorno, es importante que los padres reconozcan que actúan, proceden, hablan y piensan en frente de una mente que todo lo asimila, lo absorbe e interioriza.

Es posible que en la información que fluye al interior del -conducto de influencia- esté la respuesta a las preguntas formuladas anteriormente: -¿Por qué mi hijo se comporta así?, ¿por qué sus reacciones?, ¿por qué su forma de solucionar problemas?...; su comportamiento puede ser consecuencia del mensaje que ha venido recibiendo.

Considerar el conducto de influencia en el proceso de educación significa ser conscientes del poder existente en los pensamientos, palabras, reacciones y comportamientos de los padres sobre sus hijos.

VIVIANA MARÍA ZULUAGA TORRES

martes, 19 de mayo de 2020

EDUCAR

Educar es cuidar un corazón, salvaguardar una mente, enriquecer un entorno y respetar un proceso.

Para cuidar un corazón se requiere sensibilidad, silencio, carácter,  palabra oportuna, protección y abundantes sonrisas.

Para salvaguardar una mente se necesita vínculo, y qué difícil es tenerlo cuando no hay interacción significativa, se necesita compañía, suficiente tiempo de juego, diálogo y … estar.

Para enriquecer un entorno se requiere creatividad, curiosidad, ingenio y un espíritu divertido; un entorno rico en oportunidades de juego y desarrollo será posible si  educar se convierte en un grato, interesante y apasionante verbo.

Para respetar un proceso es indispensable darlo todo como padres y pacientemente esperar.  Si educar es para ti una gran pasión ejercida con excelente dedicación, diligencia y proactividad,  confía aunque los resultados hoy no los veas, hay un proceso que respetar.

Vincúlate con tus hijos,  ser su progenitor no es total garantía de un vínculo significativo con ellos.


VIVIANA ZULUAGA

                                                                                                                              


Movimiento

Queridos padres, queridos profes: Moverme, despierta conexiones; moverme activa percepciones, moverme conecta mis neuronas, al moverme, mejo...