Observa a tu hijo, sólo obsérvalo a él;
Piensa en tu hijo, verdaderamente en él;
Habla con tu hijo, háblale a él.
Observa a tu hijo, no los errores;
Piensa en tu hijo, no en las equivocaciones;
Habla con tu hijo, no con las dificultades.
Tu hijo es más que aquellos errores ,
tu hijo no está representado en aquella equivocación,
tu hijo es mucho más que esas dificultades.
Si realmente lo observas,
no te enfocas en errores,
si verdaderamente lo piensas,
no te concentras en equivocaciones,
si realmente a él hablas,
no dialogas con las dificultades.
Si ciertamente a tu hijo contemplas,
vida observarás,
vida que estremece prejuicios;
hablarás a su ser,
ser con determinación para florecer.
Estimarás la vida que se inspira en la tuya,
contemplarás la fuerza que tu motivas,
atenderás al ser que necesita del tuyo,
y procederás sin acción que detenga su motivación,
VIVIANA ZULUAGA