PONER LÍMITES
Y RESPETARLOS LE ENSEÑA A LOS HIJOS A RECONOCERSE A SÍ MISMOS Y A LOS DEMÁS
COMO SERES DIFERENTES E INDEPENDIENTES, A IDENTIFICAR LINDEROS ENTRE ELLOS Y SU ENTORNO
Los seres
humanos tenemos piel, muchos alimentos tienen cáscara y las casas tienen muros. Los límites protegen, guardan, demarcan y
caracterizan; son parte de nuestro ambiente y de nosotros mismos, sin embargo, no siempre están bien definidos en el carácter de niños, jóvenes y adultos.
La formación del carácter comienza cuando se es niño, para lo cual juega un papel muy importante la relación que establecen los niños con dos palabras: “sí” y “no”. Dos palabras que se deben aprender a decir, escuchar y respetar. Cuando los padres quebrantan con frecuencia el -si- y/o el -no- pronunciado afectará la manera como sus hijos se relacionarán con ellas al escucharlas y enunciarlas.
La transgresión de un “no” enunciado previamente hace débil las próximas
negaciones; el incumplimiento de un “sí” crea una atmósfera de engaño y
desánimo; el incumplimiento de normas por parte de los padres, gestiona en los hijos un permiso para irrespetar las mismas y otras normas.
Cuando los padres incumplen el “sí”, el “no” y las normas, desvirtúan la
figura de autoridad que como padres tienen y lesionan la formación de límites
sanos en la vida de sus hijos.
¿Qué sucede con el “si” y el “no” pronunciado por los hijos?, son palabras que deben ser recibidas, atendidas, valoradas y consideradas importantes; independientemente de la aprobación o no aprobación de su afirmación o negación, los niños deben percibir que son expresiones atendidas, no son despreciadas, ni anuladas. Atenderlas les hace sentir respetados, valorarlas promueve que se sientan comprendidos y considerarlas les permite sentirse personas únicas e independientes. Cuando no es procedente aprobar la negación o la afirmación del niño, es importante explicarle el por qué para promover en él comprensión del -si- y del -no- del otro y de lo que se permite y no se permite en el ambiente en el cual se encuentra.
Los padres impactan la forma como sus hijos se relacionan con estas dos
importantes palabras e influyen en el desarrollo de la capacidad para trazar límites, respetarlos
y respetar los límites de otros.
Los adultos no debemos temer al -no-, ni al -si- de los niños; aunque no siempre sean respuestas idóneas y anheladas por las figuras de autoridad, estos monosílabos deben pintarse tempranamente en sus labios para que el adulto destaque el valor de estas palabras, no debemos ser superficiales cuando las pronuncian, ni hacerles ver que no tienen importancia para nosotros.
Si los padres tienen una sana relación con el -sí- y con el -no- de ellos
mismos y de sus hijos, esto ayudará a los niños a percibirse como seres
independientes, autónomos y responsables.
VIVIANA ZULUAGA
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