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domingo, 6 de septiembre de 2020

INTERPRETACIÓN DEL COMPORTAMIENTO DEL NIÑO DESDE UNA PERSPECTIVA DE ORGANIZACIÓN SENSORIAL

EL COMPORTAMIENTO DE LOS NIÑOS ESTÁ RELACIONADO CON LA ORGANIZACIÓN DE LA INFORMACIÓN SENSORIAL, ORGANIZACIÓN QUE CONSTITUYE UN PROCESO NEUROBIOLÓGICO.

Educar a un niño demanda aprender el arte de observar amorosamente su corazón y escuchar el sonido de su alma en cada conducta para conocer el mensaje contenido en sus acciones. Cuando deseamos interpretar bien su comportamiento no juzgaremos lo que vemos, buscaremos el mensaje invisible a partir de la información visible, de manera que podamos influir en su corazón y en sus emociones por medio de miradas, palabras, actitudes y actividades con propósito y significado que formen su ser y lo empoderen para hacer.

Para ver detrás de lo visible se requiere conexión con el hacer del niño, es decir, con la ejecución de sus actividades. En su hacer cotidiano hay un afloramiento de contenido albergado en su cerebro, contenido que se deja ver en la tela o en el tejido del hacer, cuya trama es dependiente de la organización de todas las sensaciones que al cerebro del niño llegan, hay entonces una urdimbre que conocer y una trama que entender para la tela o el tejido comprender.

 La ejecución de una actividad tiene un nacimiento, por ende, una concepción y gestación. Entender los estadios del hacer nos conducirá a una comprensión del niño que vemos en actividad, o, del niño que no se involucra en la misma; del niño que no se queda quieto mientras realiza una actividad, o, del niño que requiere insistencia para que se comprometa con ella; del niño que lleva a cabo la actividad de una manera distinta a la de su compañero, o, del niño que no participa porque no sabe cómo hacerlo; nos permitirá comprender las distintas formas de hacer y la decisión de hacer o no hacer.  

En el hacer o en el no hacer, entre otras cosas, podemos visibilizar habilidades, sentido de logro y competencia, confianza en sí mismo y convicción en sus capacidades para enfrentar las demandas de las actividades, tolerancia a la frustración y motivación e iniciativa.  Es necesario contemplar la forma como el niño se desempeña en sus ocupaciones, entendiendo a la ocupación como el conjunto de aquellas actividades y tareas que responden a un interés, sentido y necesidad individual, las cuales se llevan a cabo en un momento pero se construyen y transforman diariamente; ocupación como un conjunto de actividades significativas producto de un proceso, que suceden en un ambiente determinado y cooperan en el reconocimiento de sí mismo y del otro, actividades indispensables en el desarrollo y realización personal.

Al analizar el conjunto de actividades que el niño lleva a cabo, en el marco de ocupaciones como juego, autocuidado y estudio, se observará un gran número de demandas que finalmente se encontrarán con las habilidades, destrezas y aptitudes de quien se involucra en la actividad.  Para comprender al niño que hace o al niño que no hace; al niño que cumple con las expectativas del adulto al hacer y a aquel que no las cumple; al niño que logra los objetivos de la actividad y al niño que no los alcanza, necesitamos dirigirnos a momentos invisibles del hacer, invisibles para los ojos de quienes rodean al niño, pero, visibles en las entrañas del maravilloso cerebro, lugar en donde la actividad comienza a través de procesos neurales que se originan al recibir información del ambiente y del cuerpo, y procesos neurales que ocurren cuando el cerebro emite una respuesta motora ante las demandas del entorno y de las actividades.

Existe actividad entre las neuronas, hay actividad en estructuras subcorticales en donde ocurre la integración y organización de toda la información sensorial recibida. La actividad comienza en el cerebro a través de una serie de procesos neurales que le dan al cuerpo la orden de movimiento para responder a las demandas de determinada actividad, y el resultado de aquella instrucción ejecutada por el cuerpo retroalimenta el proceso para organizar nuevas y más finas respuestas ante mismas o más complejas demandas, sin embargo,  la respuesta puede retroalimentar al cerebro llevando un mensaje de no logro, lo que desencadenará en el niño evasión a la actividad o un hacer sin interés ni motivación. Es importante observar al niño como un ser que al actuar tiene experiencias acumuladas, habilidades aprendidas y que ha transitado por momentos de logros y no logros, lo cual  impacta su desempeño en un momento observado.

La urdimbre de esa preciosa tela o de ese bello tejido: el hacer, está constituida por la información recibida a través de cada sistema sensorial, la trama sucede en estructuras debajo de la corteza cerebral en donde se conecta cada hilo de la urdimbre, brindándole a la experiencia que se teje un sentido y un significado; si aquella trama no es suficiente, si no conecta a cada hilo de la urdimbre, o si la conexión no se da de manera ordenada, el tejido o la tela no cumplirá con las expectativas en primera medida porque la experiencia carecerá de significado y sentido para el tejedor: para el niño que hace.

El significado de una experiencia en el día a día del niño está sujeta a la calidad de la trama, a la calidad de la integración de cada hilo de la urdimbre para darle sentido al tejido. El significado de la experiencia es consecuente a una suficiente organización de toda la información sensorial, integración que le dará sentido y valor a lo que el niño experimenta al participar en una actividad. Cuando, debido a una insuficiente organización/integración sensorial, aquella experiencia carece de significado y sentido,  entre las respuestas que se pueden observar son:  no participar, o,  al participar no disfrutar la actividad; no interactuar con personas y objetos, o, al interactuar hacerlo de una manera no adaptativa, es decir no correspondiente a las demandas de la actividad.

Toda vez que el niño se involucra espontáneamente en actividades responde a una necesidad de su sistema nervioso central, una necesidad de materia prima para desarrollar  la capacidad de organización de la información sensorial que a su cerebro llega, esta materia prima indispensable son las sensaciones, las cuales habitan en las experiencias que el niño busca y en las cuales se divierte; en este orden de ideas podemos comprender la importancia del juego, ocupación que genera regocijo en el niño debido a que toda experiencia que coopera en la organización sensorial, es por el cerebro muy bien recibida y por ende divertida para el niño.  

El desempeño ocupacional del niño hace evidente la capacidad que tiene para organizar las sensaciones y responder efectivamente a las demandas de las actividades, cuando este desempeño no es efectivo la mirada del adulto no debe detenerse en el resultado, debe dirigirse a esa capacidad previamente anunciada, dirigirse a ella a través de un reto justo en las actividades que al niño propone, un reto que lo motive, divierta y sea posible alcanzarlo, alcanzar ese reto aportará instantáneamente a la capacidad para integrar las sensaciones que experimenta, lo cual favorece un desempeño más ágil, efectivo y organizado. Alcanzar o superar un reto justo configurará en el niño nuevas destrezas, lo hará sentir competente y lo motivará a buscar retos más complejos.

Hacer una profunda lectura del comportamiento del niño para diligente y proactivamente responder de manera justa a sus necesidades, será valorado con gratitud por el futuro joven y adulto que con satisfacción, interés, fuerza y creatividad emprende sus actividades y proyectos.  Construir un tejido social que exalte como principios la cooperación y el desarrollo comienza en las oportunidades de juego y actividades significativas que a los niños se les brinde en su hogar, oportunidades que favorecerán en ellos la adquisición de competencias para la vida, las cuales los harán sentir hábiles, importantes y aportantes, percepción personal indispensable para cooperar y promover desarrollo en su comunidad.

VIVIANA ZULUAGA                                                                                                                               

Movimiento

Queridos padres, queridos profes: Moverme, despierta conexiones; moverme activa percepciones, moverme conecta mis neuronas, al moverme, mejo...