Soy graduada en Terapia Ocupacional y certificada en Integración Sensorial. Has llegado a un blog que con dedicación y cariño he construido para ser leído por padres, madres, docentes y todos aquellos que interactúen con niños. Encontrarás textos amorosamente redactados para transmitir mensajes conducentes a sensibilizar e inspirar; mi deseo es que tu viaje a través de estas líneas trascienda e impacte tu ser y tu hacer frente a los niños que le dan color a tu vida.
jueves, 24 de septiembre de 2020
viernes, 11 de septiembre de 2020
domingo, 6 de septiembre de 2020
INTERPRETACIÓN DEL COMPORTAMIENTO DEL NIÑO DESDE UNA PERSPECTIVA DE ORGANIZACIÓN SENSORIAL
EL COMPORTAMIENTO DE LOS NIÑOS ESTÁ RELACIONADO CON LA ORGANIZACIÓN DE LA INFORMACIÓN SENSORIAL, ORGANIZACIÓN QUE CONSTITUYE UN PROCESO NEUROBIOLÓGICO.
Educar a un
niño demanda aprender el arte de observar amorosamente su corazón y escuchar el
sonido de su alma en cada conducta para conocer el mensaje contenido en sus
acciones. Cuando deseamos interpretar bien su comportamiento no juzgaremos lo
que vemos, buscaremos el mensaje invisible a partir de la información visible, de
manera que podamos influir en su corazón y en sus emociones por medio de
miradas, palabras, actitudes y actividades con propósito y significado que
formen su ser y lo empoderen para hacer.
Para ver
detrás de lo visible se requiere conexión con el hacer del niño, es decir, con
la ejecución de sus actividades. En su hacer cotidiano hay un afloramiento de
contenido albergado en su cerebro, contenido que se deja ver en la tela o en el
tejido del hacer, cuya trama es dependiente de la organización de
todas las sensaciones que al cerebro del niño llegan, hay entonces una
urdimbre que conocer y una trama que entender para la tela o el tejido comprender.
La ejecución de una actividad tiene un
nacimiento, por ende, una concepción y gestación. Entender los estadios del hacer
nos conducirá a una comprensión del niño que vemos en actividad, o, del niño que
no se involucra en la misma; del niño que no se queda quieto mientras realiza una actividad, o, del niño que
requiere insistencia para que se comprometa con ella; del niño que lleva a cabo
la actividad de una manera distinta a la de su compañero, o, del niño que no participa
porque no sabe cómo hacerlo; nos permitirá comprender las distintas formas de
hacer y la decisión de hacer o no hacer.
En el hacer
o en el no hacer, entre otras cosas, podemos visibilizar habilidades, sentido de logro y competencia, confianza en sí mismo y convicción en sus capacidades para enfrentar
las demandas de las actividades, tolerancia a la frustración y motivación
e iniciativa. Es necesario contemplar la
forma como el niño se desempeña en sus ocupaciones, entendiendo a la ocupación como
el conjunto de aquellas actividades y tareas que responden a un interés,
sentido y necesidad individual, las cuales se llevan a cabo en un momento pero
se construyen y transforman diariamente; ocupación como un conjunto de
actividades significativas producto de un proceso, que suceden en un ambiente
determinado y cooperan en el reconocimiento de sí mismo y del otro,
actividades indispensables en el desarrollo y realización personal.
Al analizar
el conjunto de actividades que el niño lleva a cabo, en el marco de ocupaciones
como juego, autocuidado y estudio, se observará un gran número de demandas que finalmente
se encontrarán con las habilidades, destrezas y aptitudes de quien se involucra
en la actividad. Para comprender al niño
que hace o al niño que no hace; al niño que cumple con las expectativas del
adulto al hacer y a aquel que no las cumple; al niño que logra los objetivos de
la actividad y al niño que no los alcanza, necesitamos dirigirnos a momentos
invisibles del hacer, invisibles para los ojos de quienes rodean al niño, pero,
visibles en las entrañas del maravilloso cerebro, lugar en donde la actividad
comienza a través de procesos neurales que se originan al recibir información del ambiente
y del cuerpo, y procesos neurales que ocurren cuando el cerebro emite una respuesta motora ante las
demandas del entorno y de las actividades.
Existe actividad entre las neuronas, hay actividad en estructuras subcorticales en donde ocurre la
integración y organización de toda la información sensorial recibida. La
actividad comienza en el cerebro a través de una serie de procesos neurales que
le dan al cuerpo la orden de movimiento para responder a las demandas de determinada
actividad, y el resultado de aquella instrucción ejecutada por el cuerpo retroalimenta el proceso para
organizar nuevas y más finas respuestas ante mismas o más complejas demandas,
sin embargo, la respuesta puede
retroalimentar al cerebro llevando un mensaje de no logro, lo que desencadenará en
el niño evasión a la actividad o un hacer sin interés ni motivación. Es
importante observar al niño como un ser que al actuar tiene experiencias
acumuladas, habilidades aprendidas y que ha transitado por momentos de logros y
no logros, lo cual impacta su desempeño
en un momento observado.
La urdimbre
de esa preciosa tela o de ese bello tejido: el hacer, está constituida por la información
recibida a través de cada sistema sensorial, la trama sucede en estructuras debajo
de la corteza cerebral en donde se conecta cada hilo de la urdimbre, brindándole
a la experiencia que se teje un sentido y un significado; si aquella trama no
es suficiente, si no conecta a cada hilo de la urdimbre, o si la conexión no se
da de manera ordenada, el tejido o la tela
no cumplirá con las expectativas en primera medida porque la experiencia carecerá
de significado y sentido para el tejedor: para el niño que hace.
El significado de una experiencia en el día a día del niño está sujeta a la calidad de la trama, a la calidad de la integración de cada hilo de la urdimbre para darle sentido al tejido. El significado de la experiencia es consecuente a una suficiente organización de toda la información sensorial, integración que le dará sentido y valor a lo que el niño experimenta al participar en una actividad. Cuando, debido a una insuficiente organización/integración sensorial, aquella experiencia carece de significado y sentido, entre las respuestas que se pueden observar son: no participar, o, al participar no disfrutar la actividad; no interactuar con personas y objetos, o, al interactuar hacerlo de una manera no adaptativa, es decir no correspondiente a las demandas de la actividad.
Toda vez que el niño se involucra espontáneamente en actividades responde a una necesidad de su sistema nervioso central, una necesidad de materia prima para desarrollar la capacidad de organización de la información sensorial que a su cerebro llega, esta materia prima indispensable son las sensaciones, las cuales habitan en las experiencias que el niño busca y en las cuales se divierte; en este orden de ideas podemos comprender la importancia del juego, ocupación que genera regocijo en el niño debido a que toda experiencia que coopera en la organización sensorial, es por el cerebro muy bien recibida y por ende divertida para el niño.
El
desempeño ocupacional del niño hace evidente la capacidad que tiene para organizar las sensaciones y responder efectivamente a las
demandas de las actividades, cuando este desempeño no es efectivo la mirada del
adulto no debe detenerse en el resultado, debe dirigirse a esa capacidad
previamente anunciada, dirigirse a ella a través de un reto justo en las
actividades que al niño propone, un reto que lo motive, divierta y sea posible
alcanzarlo, alcanzar ese reto aportará instantáneamente a la capacidad para integrar
las sensaciones que experimenta, lo cual favorece un desempeño más ágil,
efectivo y organizado. Alcanzar o superar un reto justo configurará en el niño
nuevas destrezas, lo hará sentir competente y lo motivará a buscar retos más
complejos.
Hacer una profunda lectura del comportamiento del niño para diligente y proactivamente responder de manera justa a sus necesidades, será valorado con gratitud por el futuro joven y adulto que con satisfacción, interés, fuerza y creatividad emprende sus actividades y proyectos. Construir un tejido social que exalte como principios la cooperación y el desarrollo comienza en las oportunidades de juego y actividades significativas que a los niños se les brinde en su hogar, oportunidades que favorecerán en ellos la adquisición de competencias para la vida, las cuales los harán sentir hábiles, importantes y aportantes, percepción personal indispensable para cooperar y promover desarrollo en su comunidad.
VIVIANA ZULUAGA
viernes, 4 de septiembre de 2020
Movimiento
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