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martes, 30 de junio de 2020

¿INDESEADA NORMALIDAD?

Cuarentena

Si esta -normalidad- fuese la de muchos hogares mientras sus hijos aún son niños:

  • No restaurantes cada ocho días.
  • No cine cada ocho días.
  • Celebraciones en casa.
  • Tan solo una cena preparada en familia para festejar un cumpleaños.
  • No regalos por cada logro alcanzado.
  • Ningún problema si en algún tiempo de vacaciones no hay viaje.
  • Compromiso con rutinas diarias.
  • No compras inmediatas ante el deseo de los niños.
Si así fuese, estaríamos hablando de generaciones menos consumistas, más creativas, recursivas, productivas y propositivas.
Si padres consumistas, entonces, hijos demandantes, caprichosos, necios y poco diligentes.


VIVIANA ZULUAGA

domingo, 7 de junio de 2020

CONDUCTO DE INFLUENCIA


LOS PENSAMIENTOS Y COMPORTAMIENTOS DE LOS PADRES SERÁN PERCIBIDOS, OBSERVADOS, APRENDIDOS Y PROYECTADOS POR LOS HIJOS EN SU VIDA DIARIA.

Cada día los niños imitan acciones observadas en su ambiente familiar, reproducen expresiones, perciben las emociones de sus padres y proyectan comportamientos ocurridos en su entorno. Una palabra escuchada con frecuencia en sus padres podría ser por ellos utilizada cotidianamente, una actitud observada periódicamente en sus principales figuras de autoridad podría ser imitada varias veces y por ende aprendida, cada emoción percibida será proyectada en su día a día.

Existe un invisible conducto de influencia en la relación padres e hijos a través del cual los primeros envían información a la vida de los segundos, transmiten a sus hijos emociones, sentimientos, temores y visión frente a la vida. La información que se desplaza a través de este conducto es impulsada por el pensamiento de los padres y finalmente implantada a través de sus palabras y actitudes; es importante considerar la tendencia del niño a imitar las reacciones, hábitos y conductas que observa en su entorno.

Preguntas como: -¿Por qué se comporta así mi hijo?, ¿por qué sus reacciones?, ¿por qué su forma de solucionar problemas?, podrían tener su respuesta en el pensamiento cotidiano de los padres acerca de sus hijos, en sus reacciones, en su lenguaje verbal y no verbal, en el mensaje que hacen circular por ese importante conducto que aquí he llamado “conducto de influencia”. Se influye en la vida de los hijos a través del poder del pensamiento, de la palabra, las reacciones y los comportamientos.  La información que  transita por este conducto podría impactar el sentido de logro y competencia de los niños.

Las palabras que los padres profesan sobre sus hijos constituyen para ellos su inspiración para ser, y las reacciones y comportamientos  su inspiración para hacer.

Cuando los pensamientos de los padres se enfocan en las quejas de los docentes, las bajas notas académicas y los registros negativos en la agenda escolar,  sus palabras darán cuenta de aquellos pensamientos, los proyectarán por medio de expresiones que generarán frustración, tensión, ansiedad, angustia en los niños, y la consecuencia será la inhibición de su capacidad, reforzando así un ciclo disfuncional.

Los padres que constantemente abrazan pensamientos que han sido alimentados por las malas notas en la agenda del colegio o el bajo rendimiento escolar,  pensamientos  que se concentran en la dificultad y no en la oportunidad para transformarse y transformar, envían al conducto de influencia una información que al ser recibida por los hijos y al ser reforzada a través de las expresiones verbales y no verbales de sus padres, fortalece un ciclo disfuncional. Por el contrario, los padres que se abstienen de emitir juicios sobre sus hijos y optan por abordar la situación de manera reflexiva, propositiva y proactiva, rompen ciclos disfuncionales y promueven mayor efectividad y organización en el comportamiento de sus hijos.

La educadora Italiana María Montessori, señaló que hasta los seis años existe una -Mente absorbente -. En estos primeros años, sin insinuar que no suceda en los siguientes años, los niños perciben, asimilan e interiorizan todo aquello que sucede en su entorno, es importante que los padres reconozcan que actúan, proceden, hablan y piensan en frente de una mente que todo lo asimila, lo absorbe e interioriza.

Es posible que en la información que fluye al interior del -conducto de influencia- esté la respuesta a las preguntas formuladas anteriormente: -¿Por qué mi hijo se comporta así?, ¿por qué sus reacciones?, ¿por qué su forma de solucionar problemas?...; su comportamiento puede ser consecuencia del mensaje que ha venido recibiendo.

Considerar el conducto de influencia en el proceso de educación significa ser conscientes del poder existente en los pensamientos, palabras, reacciones y comportamientos de los padres sobre sus hijos.

VIVIANA MARÍA ZULUAGA TORRES

Movimiento

Queridos padres, queridos profes: Moverme, despierta conexiones; moverme activa percepciones, moverme conecta mis neuronas, al moverme, mejo...